Santa Cruz de la Sierra: Paúl, el joven con parálisis que llena su mundo de color

EL DEBER, SANTA CRUZ.- La sonrisa es el arma letal con la que Paúl tiñó de colores los primeros momentos de su vida. Tenía cuatro años cuando alguien lo abandonó en el Hogar Teresa de Los Andes. Hoy tiene 27 y aunque ha perdido la fuerza para caminar, se desplaza casi sin problemas en su silla de ruedas. 
Las señas son claras. Dice que tiene pinturas en su cuarto y con un gesto invita a verlas. En los breves minutos que transcurren hasta llegar al sitio que habita hace 21 años, Rudy García y Eduardo Pérez, trabajadores de Teresa de los Andes, van contando detalles estremecedores de algunos de los 113 niños que viven ahí. 
Solo 30 niños tienen familiares. El resto ha sido puesto furtivamente en la puerta del centro o ha sido envuelto en una sábana que luego apareció colgando en una de las paredes, con el desvalido niño dentro. Alguna madre, algún padre cansado de atender al pequeño que no se mueve, no habla o aparentemente no reacciona, decidió que cuidar a alguien con parálisis era demasiado. 

Cada cosa en su lugar
En el pequeño cuarto de Paúl Ortiz hay un orden casi obsesivo. Sobre su escritorio hay una pintura acabada. Es un paisaje con un toborochi de hojas rosadas. En el caballete de metal hay otro casi terminado. 
Toma un pincel y muestra cómo traza los troncos. La técnica para formar el follaje requiere de más paciencia, pero según su profesor, Mario Barón, tiene de sobra. “Es lento, pero termina su trabajo”, dice, mientras prodiga su atención a otros siete chicos que pintan en tela. Todos están concentrados en los colores. En ese momento, Paúl deja de sonreír; está repintando una rama para completar un paisaje con pampa, riachuelo, casa y monte. 
Los paisajes han llamado la atención de una benefactora de Estados Unidos entendida en pintura. Supo de él gracias a la página de Facebook de Paúl. Ella ha ofrecido visitar Santa Cruz para ayudar y enseñar algunas técnicas de pintura. 
Cualquier ayuda será bienvenida para el hogar. Este es el último año que la ONG Ayuda en Acción, de España, colaborará con fondos. Después de 17 años de trabajo, su ciclo ha concluido y ahora se deben buscar instituciones que puedan ayudar a mantener la unidad educativa que funciona para los chicos dentro del hogar con profesores que paga el municipio. 
Paúl sigue mostrando su cuarto. Acaricia su auto rojo, el favorito de los casi 20 que adornan su cuarto. Se ruboriza cuando alguien cuenta que le gusta la música de Los Temerarios y que es el encargado de poner la música en los eventos del hogar. En sus ratos libres se pone un chaleco y una gorra, y vigila la entrada de la institución, siempre armado de su sonrisa.  

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